Este jueves 19 comienza el ciclo «En torno a Pier Paolo Pasolini»

Hace ahora noventa años, un 5 de marzo, nacía en Boloña uno de los mayores poetas italianos del siglo XX y una de las más lúcidas voces críticas que han surgido en la reciente historia europea. El colectivo Foro Crítica y Sociedad, tras el éxito del primer ciclo de jornadas temáticas sobre el filósofo Slavoj Žižek, abre una nueva ronda de convocatorias para tratar temas de actualidad aprovechando el pensamiento y la obra de Pier Paolo Pasolini.

La primera de las citas, que caerán en jueves y sábados de semanas alternas,  será este jueves 19 a las 19:00 horas, con la exposición «El pensamiento social de Pasolini» a cargo de Dávide Payser, y, como siempre, el posterior debate abierto. En el blog del Foro Crítica y Sociedad se pueden leer dos traducciones de Pasolini realizadas por el ponente, y que nos ponen en materia. A continuación, añadimo un texto con el que se introducen las jornadas.

90 años de Pier Paolo Pasolini: un autor imprescindible

Soy uno/que nació en una ciudad llena de pórticos en 1922.

Pier Paolo Pasolini. Poeta de las Cenizas.

Literato, cineasta, ensayista, filólogo, Pier Paolo Pasolini encarna como pocos el ideal del intelectual libre, enfrentado frontalmente al poder, cuya obra multifacética no se agota con el paso de los años transcurridos tras su trágica muerte en 1975.

Pasolini se jugó la vida literalmente en la Italia convulsa surgida tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, un escenario donde la Europa de los bloques dirimía tensiones sociales irresolubles entre la burguesía industrial por un lado y las grandes masas de obreros que llegaban a las ciudades desde el medio rural por el otro. Encausado en treinta y tres procesos judiciales (absuelto en todos), vivió y produjo su obra en medio del escándalo constante, perseguido por su condición de homosexual y comunista. Ello explica la brutal franqueza que encontramos en su obra: el tono de Pasolini es el de uno que ha asumido el linchamiento mediático y la exposición al escarnio público como una tragedia de la que se alimenta: sin nada que esconder frente a una élite pacata e hipócrita, Pasolini surge como una voz de un radicalismo inaudito, un azote permanente del poder democristiano, del neofascismo y la mafia vaticana y un interlocutor siempre crítico del Partido Comunista Italiano, para el cual pedía el voto una y otra vez, a pesar de haber sido expulsado de sus filas a finales de los años 40 a causa de su orientación sexual.

Pasolini llega a Roma antes de cumplir treinta años procedente de la región del Friuli, de donde huye con su madre tras un primer proceso a causa de un escándalo sexual. Con escasos medios económicos, se instala en la periferia romana, donde entabla relación con la población llegada del campo en busca de oportunidades: es el subproletariado romano que protagonizaría buena parte de su obra. Tras ganarse una sólida reputación literaria, gracias sobre todo al éxito de su poemario Las Cenizas de Gramsci y de su novela Chicos del arroyo, se inicia en el cine a mediados de los 50, primero como guionista y luego como director con Accattone, su primera película, del año 61. A esta le seguirían una larga serie de largometrajes, cortometrajes y documentales.

‘CINE DE POESÍA’

Con pocas excepciones, sus actores eran elegidos entre personas comunes de los arrabales o entre sus amigos. Su estilo cinematográfico, de un extraño realismo (él usaba el término «cine de poesía»), se puede considerar en muchos aspectos la antítesis del cine comercial. Paralelamente a su obra artística, Pasolini, se convirtió en un referente intelectual en los medios italianos gracias a sus frecuentes intervenciones en la prensa y en la televisión, donde se caracterizó por sus continuas polémicas sobre los temas que atravesaban la actualidad italiana de la época: partiendo de posiciones cercanas al marxismo de Gramsci, su postura fue radicalizándose más y más con el paso de los años. Su denuncia hunde sus raíces en el profundo amor que siente hacia el campesinado y el subproletariado italiano, cuyos valores ve desaparecer progresivamente al tiempo que el sistema de valores consumista se generaliza en Italia a mediados de los años 60 con el «boom» económico. La homologación cultural, que para él tiene los rasgos de un genocidio, sumen al poeta en una desesperación que le impulsa a ejercer una crítica apocalíptica hacia esa suerte de fascismo reconvertido en modernización, auspiciado por el gran capital industrial, la extrema derecha, parte de la jerarquía católica y los servicios de inteligencia del capitalismo internacional que por esos años quieren impedir a toda costa que Italia entre en la órbita del comunismo. Son los años de la logia P2, del grupo Ordine Nero y del terrorismo de estado. Aprovechando el eco mediático de su éxito como cineasta, Pasolini se convirtió al final de su vida en un flagelo insobornable de la clase dominante a través de constantes artículos en la prensa italiana, en los que pedía «procesar a los jerarcas democristianos» o en los que afirmaba saber quiénes eran los responsables de las masacres terroristas que asolaban Italia (su célebre escrito «Io so» –»Yo sé»- fue la fuente de inspiración de Roberto Saviano para Gomorra). Nunca dejó de posicionarse críticamente, escandalosamente, frente a los acontecimientos que marcaban la vida política y cultural de su tiempo, demostrando una lucidez, una sensibilidad y una valentía excepcionales, siempre al margen de los intelectuales «de palacio». El grueso de sus intervenciones de este periodo está recogido en los libros Cartas luteranas y Escritos corsarios.

En el momento de su muerte en 1975, Pasolini trabajaba en la novela Petróleo, narración en torno al personaje de Enrico Mattei (el directivo de la empresa nacional de hidrocarburos que llegó a acuerdos comerciales con la URSS y que resultó muerto en un falso accidente aéreo en el 62) y también acababa de terminar el rodaje de Saló o las 120 jornadas de Sodoma, un filme brutal sobre la naturaleza del poder que sigue sin perder ni un ápice de su perturbadora elocuencia hoy día. Hoy pocos dudan que el crimen que puso fin a su vida tuvo motivaciones políticas y que se trata de un episodio más de la siniestra trama de los años de plomo italianos, de la cual vamos conociendo los detalles a cuenta gotas, décadas después, conforme van prescribiendo las responsabilidades o van desapareciendo de forma natural sus perpetradores. Como artista, su propósito manifiesto fue resistirse a que su obra se volviera un simple objeto de consumo.

Hoy conmemoramos el nacimiento de esa «fuerza del pasado», porque su espíritu sigue vivo y es más necesario que nunca. Desde el Foro Crítica y Sociedad que se reúne en el Café Despacio de Las Palmas, se convocan las jornadas En torno a Pier Paolo Pasolini, que tendrán lugar entre los meses de abril y mayo, y que incluirán charlas y proyecciones tomando la obra y el pensamiento del artista como hilo conductor.

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